Esta bendita
plantita, o más bien la falta de ella, me ha
traído un poco loca últimamente, así que se me antoja hablar un poco de
ella…su origen está en la zona andina, entre Ecuador y Perú y numerosas
civilizaciones precolombinas ya la utilizaban, no sólo para fumar, sino como
aderezo de rituales varios, e incluso previo a las relaciones sexuales. Fue en
1492, tras el descubrimiento de América por Colón, que se trajo a Europa y se
popularizó su uso. Uno de los primeros fumadores europeos fue Rodrigo de Jerez,
compañero de Cristóbal Colón, pero tuvo la mala suerte de que a su vuelta a
España la Inquisición
le encarceló, puesto que interpretó que” echar humo por la boca sólo podía ser
cosa de Satanás”. Me resulta muy
apropiada esta idea de los inquisidores, ya que el estado en que me encontraba
en las múltiples ocasiones en que he intentado dejar de fumar (incluída la última
en que por fin lo conseguí) sólo se podría definir como de “endemoniada”.
¿Porqué el
tabaco es tan adictivo? Por un lado está la adicción psicológica que se suele
considerar más leve. Sin embargo, se puede ser muy adicto a un simple gesto y resultar
horriblemente difícil evitarlo…no hay más que fijarse en los adictos a comerse las uñas. Además, está la adicción física, debida a la nicotina.
La nicotina es un alcaloide que llega al cerebro en un tiempo tan
corto como 10-60 segundos después de dar una calada. Allí, actúa sobre las
áreas del sistema de recompensa del cerebro que como su propio nombre dice
(recompensa), constituye la zona que se activa cuando hacemos cosas que resultan
placenteras, y estimula a los receptores nicotínicos de acetilcolina. Es decir,
actúa imitando la acción de la acetilcolina, un neurotrasmisor natural, que
induce estimulación del estado mental, aumento de rendimiento cognitivo y
sensación de recompensa. ¿Sabéis que otra droga actúa también potenciando los
efectos de la acetilcolina? ¡La cocaína! Realmente la nicotina es una de las drogas más adictivas que existen, muchos expertos aseguran que su poder de adicción es similar al de la heroína.
A su vez, la
nicotina hace que se libere dopamina. Y
la dopamina es otro neurotrasmisor que cuando se produce en grandes cantidades,
se siente uno muy bien, bien dopado vamos. Por eso los desequilibrios en los
niveles de dopamina están tan relacionados con las adicciones.
Dejar se
puede dejar, pero nadie dijo que fuera fácil…realmente una persona que no haya
sido adicta a nada, es incapaz de comprender lo que es el síndrome de
abstinencia. Por poner un ejemplo: cuando eres adicto a algo, tu cuerpo lo necesita como si fuese comida. Así que lo mejor que se puede hacer es apoyar a la persona que
está dejando de fumar, y valorar los esfuerzos que está realizando, ya que de cara a las sensaciones físicas, es equiparable a como si uno intentara obligarse a sí mismo a dejar de comer. Por tanto, no es tan sencillo como reducirlo a un simple acto de voluntad.
Ya para
acabar, propongo un método nuevo, a la par que un poco retorcido, para dejar de fumar. Pero bueno, en mi caso
de fumadora compulsiva es el único que me ha funcionado hasta ahora.
Generalmente, un fumador tiende a buscar un momento de su vida tranquilo, sin
grandes preocupaciones, para dejar el tabaco. ¡Gran error! En mis varios
intentos, siempre volvía a fumar porque me sentía tan sumamente miserable (por
el síndrome de abstinencia) que no lo soportaba y quería volver a mi anterior
estado feliz, antes de dejar de fumar. Sin embargo, ahora que estoy en paro, y
digamos que un poco agobiadilla, ¡lo he conseguido! Lo que he hecho es usar mis preocupaciones y estreses como “excusa” para sentirme mal cuando
estaba con el monazo. La conversación interna conmigo misma sería la siguiente:
-Qué mal me siento, quiero fumar.
-A ver, tú no te sientes mal porque te falte el tabaco, te
sientes mal porque no tienes trabajo ni hay señales de que lo vayas a conseguir
a corto plazo, te sientes mal porque hay crisis económica, te sientes mal
porque este país se va a pique y probablemente vas a tener que emigrar sin
ninguna p*** gana…si fumas, nada de eso va a cambiar (no te vas a sentir
mejor), así que ¿para qué fumar?
Yo con el mono de nicotina (broma, es de la película "El Grito") |
Luego hace mucha ilusión cuando vas en la bici y ves que te
subes seguido y a ritmo ágil una calle cuesta arriba, a la vez que vas
conversando tranquilamente con el de al lado! (la situación anterior era:
pérdida de respiración, amago de echar los pulmones por la boca, velocidad más
lenta que la de un peatón, necesidad de alguna que otra parada…).
En resumen: ha valido la pena. Llevo dos meses. ¡Bien por
mí! Y a quien quiera dejarlo le digo: si yo puedo, cualquiera puede. Pues eso...
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