Este refrán,
no sólo es un dicho popular: cada vez hay más ejemplos en biología y psicología
que demuestran que es un hecho común que determinadas pequeñas agresiones,
activan una respuesta de defensa en el organismo que nos hace más resistentes
no sólo ante esa agresión, sino a un abanico más amplio de posibles daños. Hoy
vamos a ver una serie de ejemplos relacionados con este fenómeno:
Hormesis
La hormesis es un término originario de la toxicología, que implica que la exposición a
dosis bajas a una sustancia que normalmente sería tóxica a dosis altas, induce
en el organismo una respuesta adaptativa beneficiosa. Un ejemplo de esto, por ejemplo, es la
reacción de las bacterias a un antiobiótico. Los antibióticos matan a las
bacterias, sin embargo, cuando estas son expuestas a una pequeña dosis, esto hace
que la bacteria en cuestión tenga la posibilidad de desarrollar resistencia a
ese antiobiótico, y por tanto volverse inmune a él. Por ello es tan importante
cuando se inicia un tratamiento con antiobióticos, completarlo y no dejarlo a
medias cuando uno se siente mejor. Si lo dejamos a medias, estamos favoreciendo
que las bacterias se vuelvan resistentes y la infección reaparezca con mucha
más fuerza que la primera vez.
Una dosis muy baja de un agente químico puede provocar en un organismo el efecto contrario a una dosis alta. |
Otro
ejemplo de hormesis es la exposición a
radiación. Se sabe que la exposición a la radiación, por ejemplo cuando hay un
accidente nuclear como el de Fukushima, Japón, o en casos de ataques con bombas
atómicas, hay un aumento de casos de cáncer. Sin embargo, con el tiempo y el
análisis de los datos de estas y otras situaciones, se ha observado que cuando
la exposición es baja, ocurre el fenómeno contrario: hay una menor incidencia
de cáncer. Esto es de gran importancia para nuestra vida diaria, ya que hay
situaciones relativamente “normales” como el hacernos una radiografía en la que
estamos expuestos a la radiación.
Agujetas
Casi todos
hemos experimentado ese incómodo dolor muscular, al día siguiente de hacer
deporte o un esfuerzo grande cuando no estamos acostumbrados. Tradicionalmente
se pensaba que las agujetas eran debidas a una acumulación de ácido láctico en
los músculos, pero ya se sabe que no es esa la causa. Al hacer un esfuerzo
muscular para el que no estamos preparados, se rompen algunas fibras musculares
y esto produce una inflamación que es la que nos causa el dolor.
Tenemos
identificada la inflamación como algo negativo y asociado a enfermedades. Sin
embargo en este caso, la pequeña inflamación producida por las agujetas es algo
positivo, porque biológicamente induce a que se formen nuevas fibras musculares
más fuertes que las que se han roto, mejorándose así nuestro estado físico.
Agujetas: un ejemplo de inflamación beneficiosa |
Teoría de la higiene
A partir del
S.XIX se empezó a tomar conciencia de la importancia de la higiene a la hora de
prevenir enfermedades. El simple hecho de que los ginecólogos empezaran a
lavarse las manos antes de atender partos, disminuyó una barbaridad la
mortalidad por fiebres puerperales.
Sin embargo,
con el tiempo, nos hemos ido al otro extremo: a la obsesión por la limpieza y
esterilidad (ausencia de microorganismos) absoluta por medio del uso constante
de detergentes, lejías, desinfectantes de la comida. Y resulta, que un cierto
nivel de microorganismos es bueno y necesario.
Es bueno dejar que los niños se ensucien jugando |
Por un lado, la mayor parte de microorganismos que viven literalmente sobre nosotros o a
nuestro alrededor, no causan enfermedades, pero nos defienden de los que
sí las causan (si un espacio ya está colonizado por una bacteria, esto
dificulta que venga otra bacteria nueva a instalarse).
Por otro lado, nuestro sistema inmune, como cualquier otro sistema, necesita estar activo para funcionar bien. Esto significa que tiene que haber un mínimo nivel de microorganismos a nuestro alrededor, para mantener a nuestro sistema inmune en forma. Cuando no lo hay (por ejemplo, en los niños que crecen en un ambiente excesivamente desinfectado), esto hace que el sistema inmune se vuelva “loco” y actúe contra nosotros mismos (enfermedades autoinmunes como dermatitis, Crohn, etc) o contra cosas que en realidad son inofensivas (alergias).
Por otro lado, nuestro sistema inmune, como cualquier otro sistema, necesita estar activo para funcionar bien. Esto significa que tiene que haber un mínimo nivel de microorganismos a nuestro alrededor, para mantener a nuestro sistema inmune en forma. Cuando no lo hay (por ejemplo, en los niños que crecen en un ambiente excesivamente desinfectado), esto hace que el sistema inmune se vuelva “loco” y actúe contra nosotros mismos (enfermedades autoinmunes como dermatitis, Crohn, etc) o contra cosas que en realidad son inofensivas (alergias).
No se trata
de no lavarse y volver a la Edad Media ,
pero tampoco de estar con la lejía en la mano todo el día. De hecho hay
expertos que recomiendan no ducharse todos los días, sino día sí día no, así como no abusar del jabón en zonas que no estén especialmente sucias.
Eustres
Un último
ejemplo de tipo psicológico que ya hemos
comentado en otros artículos, es el eustres. El eustress es el estrés “bueno”.
Estamos
acostumbrados a considerar el estrés como algo negativo. Sin embargo, si el
nivel de estrés en nuestras vidas fuera cero, estaríamos aburridos, deprimidos
y desmotivados. El estrés a grandes niveles, es ciertamente algo perjudicial y
que nos desequilibra, sin embargo, en pequeñas cantidades nos mantiene vivos,
alertas, y es un aliciente para nuestra inteligencia y creatividad. Este tipo
de estrés se referiría a problemas que tenemos que resolver en nuestra vida
cotidiana, desafíos que a veces aparecen inesperadamente o nosotros mismos nos
buscamos, dificultades que tenemos que resolver…
¡Pues a mí me ha resultado muy interesante! :)
ResponderEliminarHas reunido unas cuantas perlas de sabiduría de las que había oído hablar, pero que de algún modo nunca había verificado, así que me resulta enriquecedor, interesante y útil, todo a la vez.
Kudos 4 U!
Malegro! :-)
EliminarBesico